Salta a la vista que las bases del poder político del Conurbano, son las intendencias, cosa que constituye una originalidad, ya que es un fenómeno que no se da en el resto del país. Allí el poder descansa en el Presidente de la República y, en lo que concierne a las provincias, en los gobernadores.
Cada intendente del Gran Buenos Aires dispone de un fuerte poder político, y de amplias facultades de negociación con la Nación y la gobernación de la Provincia. Esto hace que se tiendan redes asistenciales y clientelares, que le confieren al régimen político bonaerense, un sello conservador, lo que parece paradójico en una sociedad altamente conflictiva y en constante ebullición. El gobernador de Buenos Aires se apoya en dos fuentes de poder: el Estado Nacional y los Intendentes.
Este tumor geopolítico, denominado conurbano, nacido en 1946, que aspira a todos los recursos que genera la llamada provincia interior, está en la mentalidad de los gobernadores, legisladores y políticos, por tener el gran potencial de votos que les permite ganar una elección. Es una frontera que impide, el desarrollo del interior de nuestra provincia.
Como consecuencia de lo más arriba mencionado, las regiones del interior de la provincia, y en particular del sudoeste bonaerense, se encuentran aisladas del gobierno central, por carecer el mismo, del conocimiento necesario, para darle la solución a los graves problemas que tienen, principalmente, salud, seguridad, educación y programas de desarrollo social y económico
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