En el Gran Buenos Aires habitan más de 8.000.000
personas, distribuidas en 30 intendencias, algunas de las cuales tienen una
población equivalente a la de varias provincias, lo que denota el enorme
desequilibrio demográfico que se ha producido en el país en el último medio
siglo.
Salta a la vista que las bases del poder político
del Conurbano, son las intendencias, cosa que constituye una originalidad, ya
que es un fenómeno que no se da en el resto del país. Allí el poder descansa en
el Presidente de la República y, en lo que concierne a las
provincias, en los gobernadores.
Cada intendente del Gran Buenos Aires dispone de un
fuerte poder político, y de amplias facultades de negociación con la
Nación y la gobernación de la Provincia. Esto hace que se
tiendan redes asistenciales y clientelares, que le confieren al régimen
político bonaerense, un sello conservador, lo que parece paradójico en una
sociedad altamente conflictiva y en constante ebullición. El gobernador de
Buenos Aires se apoya en dos fuentes de poder: el Estado Nacional y los
Intendentes.
Este tumor geopolítico, denominado conurbano, nacido
en 1946, que aspira a todos los recursos, que genera la
llamada provincia interior, está en la mentalidad de los gobernadores,
legisladores y políticos, por tener el gran potencial de votos que les permite
ganar una elección. Es una frontera que impide, el desarrollo del interior de
nuestra provincia.
Como consecuencia de lo más arriba
mencionado, las regiones del interior de la provincia, y en
particular del sudoeste bonaerense, se encuentran aisladas del gobierno
central, por carecer el mismo, del conocimiento necesario, para darle
la solución a los graves problemas que tienen, principalmente,
salud, seguridad, educación y programas de desarrollo social y económico.
LUCHEMOS POR LA
CREACIÓN DE UNA PROVINCIA NUEVA PARA EL SUDOESTE BONAERENSE
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